Sunday, December 11, 2005

BUM BUM

Que fuerte latia el corazón, bombeaba sangre desde hacia un buen rato a ese cuerpo robusto y agil que corria por la montaña ascendiendo entre peñascos y malezas, siempre así, rápido y sin cejar el ritmo.
Las piernas fibrosas seguian su frenético aleteo, pisando con fuerza y saltando más ligero que un caballo. A veces somos como animales, sí, bestias que siguen sus impulsos. Por eso no pensaba y solo corria siguiendo su rumbo.

Y qué hacer al llegar a la cima ansimando y jadeando, detenerse y aguantar el equilibrio para no caer por el acantilado que se precipitaba ante esos pies bien plantados ahora, un caballo pura sangre no sabe estar encerrado en su cuadra, se vuelve loco, pierde el juicio, si juicio tienen los equinos.

Pues no se iba a detener ante nada, como en aquel sueño:
Volando entre la multitud de la sala se dirigia hacia la puerta y la abria; mas se encontraba un muro tras el marco y sin pensarlo lo derribaba de un empujón, y así, de repente caia en un vacio y una luz cegadora le hablaba. El resto no os lo va a contar, no. Hay lugares recónditos que no se revelarán jamás. Ni siquiera nuestro agil atleta que se lanza al vacio como un muñeco sin vida y disfruta de la adrenalina que recorre sus venas, entre medias sonrisas abre los brazos y las alas que estaban ocultas. FLAPP. FLAPP.

Puedes contemplar como planea aún en ese lugar, en un mar gris de espuma donde ni los pájaros se acercan. Su paso es elegante e indolente como un ser de otro mundo, sí, de otro mundo.

Perdió el rumbo y sigue allá solo dejándose llevar por las corrientes de aire tibias y ascendentes de la roca golpeada por la marea del vaivén de siglos de silencio y escucha .

-Yo le encerré en esa jaula de cristal. Como un pájaro se marea en ella y morirá de aflicción, eterna aflicción.

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