Wednesday, May 17, 2006

Giú i veli...




















Tras ese suave tul envuelta y enmascarada observaba intentando descifrar su misteriosa mirada, pero comprendí que su imagen estaba hueca. Hueca y fria como una losa húmeda en pleno Enero y ya nada quedaba de los recuerdos aniquilados uno a uno.

La frenética ilusión resolvíase en una risotada tras el quejido largamente suspendido en la patética evasión pegajosamente adherida a mi mente evocadora de una inexistente e intuil entrega desinteresada.
El morboso y enfermizo apego fué un tentativo de nadar contracorriente y el adversario en la batalla un cobarde que optó por la retirada.

La debilidad humana es contagiosa, por tanto elijamos pudorosamente nuestros compañeros de aprendizaje en honor a la Verdad.

¿Pero honor decís?, ¿honor masculláis ante las cicatrices profundas que sanásteis lamiendo en solitaria quietud?, ¿honor delirante de la derrota tras una victoria de Pirro?

Nada puede quien nada te dió.

El corazón de los hombres es mezquino y egoista , "in vino veritas", y luego echamos a correr.

No señores, la callada por respuesta es debilidad manifiesta, el silencio de los corderos no es más que el gruñido del licántropo camuflado bajo pieles níveas y repletas de garrapatas de ojos blancos, como los de un viejo diablo adormecido en ovillo en el alma de un pobre Cristo cenizo y apagado.

Rompamos el molde y abriendo las alas retome el vuelo cual ave fenix. De las propias cenizas remonte el vuelo para desaparecer en lo alto del firmamento donde nunca más la luz le magulle la mirada engañosa.

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